HERMAN BUHL Y LA GRAN MONTAÑA (Nanga Parbat)






Cuando aquel verano del 53 Hermann Buhl llegó a las faldas del Nanga Parbat, era tal la carga de tragedias que la montaña arrastraba, tantos los dramas que en ella se habían vivido que, seguramente, sólo su tenacidad y su valor le harían pensar en la cumbre. Sólo su determinación pesaría mas que el miedo.
Buhl, formaba parte de la expedición germano-austríaca que dirigía el rígido Karl Herrligkoffeer y no hay que perder de vista que, para entonces, esta montaña, la novena en altura del Planeta, se había "tragado" a Mummery y a los dos hunzas que le acompañaban en 1895. Mucho después, en el 34, a 3 miembros de una expedición alemana mas 7 de sus porteadores y al poco, en 1937, a 16 personas entre escaladores y porteadores, a los que sepultó con un alud en el Campo IV.
La ascensión de Hermann Buhl fue una lección de estilo alpino; prácticamente sin equipo y abandonando el poco que llevaba por el camino.
Alcanzó la cumbre muy tarde, cargando a sus espaldas con 1225 metros de desnivel desde el Campo V y con diecisiete horas trepando, escalando y andando.
Tal como él lo cuenta, llegó como "poseído" sintiendo mas el cansancio que ninguna idea parecida al triunfo.
Simplemente, se dio cuenta de que había llegado porque no había nada más alto. Según sus palabras "por ninguna parte se puede seguir subiendo..."
Nada más comenzar el descenso le alcanzó la noche; la pasó de pie, casi a la altura de la cumbre y sin apenas ropa, agua ni comida. Solamente pensar en lo que debió pasar de pie sobre una repisa inclinada, pone la piel de gallina y da una medida exacta de su valor. Me lo imagino agotado, luchando contra el sueño y solo, completamente solo, allá arriba y me dan escalofríos.
No pudo volver al Campo V (6900 metros) hasta las siete de la tarde del dia siguiente. Cuarenta horas entre ida y vuelta. El descenso debió ser terrible.
Todo esto él lo cuenta mucho mejor que yo en su libro "Del Tirol al Nanga Parbat". Explica magníficamente todo, en especial cómo en las peores horas del descenso notaba que "alguien", que él sabía bien que no estaba, le hacía compañía; algo así como un fantasma bonachón que le ayudaba, le animaba y hasta le aseguraba en algunos pasos.
Realmente fue una gran hazaña. Casi en los comienzos del "ochomilismo", en una época no se si mejor o peor, pero en la que el mundo era más ancho y el Himalaya estaba más lejos que ahora y era mucho menos conocido y accesible.
En los mismos días en que ellos luchaban con el Nanga Parbat, Hillary y Tenzing coronaron el Everest. Sólo tres años antes los franceses, Herzog y Lachenal, habían subido al Annapurna y hasta el 54 no pondrían sus pies en el Cho Oyu Jöchler, Tichy y Pasang Dawa lama. Casi todo estaba aún por descubrir....
Hermann Buhl murió sólo cuatro años mas tarde, tenía 33, acababa de hacer la primera al Broad Peak y cuando intentaba, junto a Diemberger, el Chogolisa se fue al vacío con una cornisa y nunca se le volvió a ver.
Como escribió Kurt Diemberger " en algún punto del glaciar, al pie de la norte, duerme su último sueño"

Relato de Jokin Azqueta Furtado (Muga)