ACONCAGUA TRAVESÍA ESTE-OESTE. VOLVEREMOS LA PRÓXIMA TEMPORADA POR PZA.ARGENTINA

OTRO ACONCAGUA ES POSIBLE





¿Porqué no huir del hacinamiento de Plaza Mulas? ¿Porqué no hacer el Aconcagua en travesía y así conocerlo más a fondo: recorrer su cara Este, su cara Oeste y su Cumbre?
Si a Mathias Zurbriggen, Nicolas Lanti y Stuart Vines en enero de 1.897, los primeros ascensionistas, les hubieran dicho que en Plaza Mulas habría algún día discotecas, salas de arte e internet, probablemente pensarían que estamos completamente locos..... y quizás tuvieran razón.






Marcha de aproximación por el Valle de Vacas y el Valle de Relinchos con una vista increíble de la Sur del Aconcagua y el Glaciar de los Polacos.
Dos o tres días en Plaza Argentina en nuestro confortable comedor en campamento fijo igual que en Plaza Mulas y luego subida directa a cumbre pasando por tres campos de altura. Desde Cólera, 100 m. por encima de Berlín iremos a cumbre.






Cumbre ¡¡¡

Artículo mío sobre el Aconcagua publicado en la revista Gure Mendiak hace 9 años
EL ACONCAGUA DE HOY
Confluencia (3.368 mts.), enero de 2001.  Nuevo milenio. Hola chicos!!  cómo va?  Tienen cara de cansados… luego nos vemos y tomamos un té: Él es Guillermo (Willie) Benegas, cinco meses más tarde hizo cumbre en el Everest.  Nosotros somos un grupo organizado por la agencia Naturtrek de Viajes Marfil.  Él va de guía con estadounidenses, nosotros somos de varios puntos de España, la mayoría vascos.  12 clientes, 2 guías de alta montaña y una ayudante-guía.  Guillermo tiene la presencia y el desparpajo propio de quien está en su medio, quien domina el ambiente de los campos esteparios del Aconcagua.  También destila un inconfundible “sabor americano” – aunque América es muy grande y diversa y yo prefiero llamarle estadounidense-. Él es nacido en Puerto Madryn, no habla “lunfardo” precisamente, pero sí un “castellano” con aires de “spanglish” que nos permitió pasar ratos con él (no así con sus clientes que apenas saludaban).  Porque, dicho sea de paso,  levantar la cabeza y mirar a los ojos no es un saludo exclusivo de ningún idioma.  Hay que reconocer también que, ellos probablemente tenían bastante con sus dietas calóricas, vitaminas, minerales, analgésicos y ese persistente dolor de cabeza que te trepana el cerebro sin piedad y cambia el humor al más cachondo.



Pues bien, Willie, veintinueve años, cuerpo de corredor de fondo y cara de loco como no podía ser menos para alguien que ha subido 5 veces al Aconcagua en la misma temporada….  Él acababa de batir el récord de ascenso y descenso.  Menos de 24 horas desde Horcones (entrada al parque) hasta Horcones de vuelta,  tras pasar por la misma cumbre. 4.000 metros de desnivel positivo y negativo, más de 60  kms. recorridos y “a por otro grupo que los voy a guiar hasta la cumbre” ….  Éste es un pequeño retazo del Aconcagua de hoy en ida.  
Plaza Mulas (4.230 mts.)
Ahí están también los guías locales, casi todos buenos guías  como Angel Armesto, durísimos porteadores, tochetes y sufridos como “Rambito” con esa mirada franca y profunda de los hombres de montaña y esa seguridad en su entorno que le permite vaticinar el tiempo inmediato con aplomo sin temor a equivocarse.  Los “papa-lima” como ellos se denominan por radio: los polis mendocinos que forman la patrulla de rescate de los que luego hablaremos.  Los médicos de guardia en Plaza Mulas a los que he visto llorar de alivio hace años cuando finalmente se llevó el helicóptero a un japonés insensato como tantos (de todas las nacionalidades). Estuvo toda una noche agónico inyectándole cada cierto tiempo quién sabe qué para mantenerlo vivo con su edema terminal.  Y es que “el Aconcagua es una tontería de monte!!, se puede subir en 3 días”.  Las empresas de servicios, con “el culo pelado” (como vulgarmente se dice) de proporcionar todo lo necesario al andinista para que cumpla su objetivo… pero no por ello infalibles … todo perfecto sería un poco aburrido.  Las integran a menudo andinistas históricos como Fernando Grajales, pionero de la escalada de dificultad en Mendoza, o celebridades anónimas como Andrés García de la misma empresa de Grajales.  Tan mayor como Fernando, y de la misma talla humana,  categoría y experiencia en montaña. Apasionado de la  nivometeorología, que es su cometido en el invierno austral en la estación de esquí de Penitentes donde trabaja en prevención de avalanchas.  Andrés y Fernando tienen la misma mirada chispeante y sano desvarío de quien ha estado toda la vida mirando lejos en montaña y amando lo que le rodea sin aspirar a nada porque a nada mejor se puede aspirar.  
Y los muleros…”ganaderos del transporte”, espuelas que definen un estilo de vida, una forma de ser, de mirar desde ahí arriba, de saludar con desgana a “otro guiri más” y de tomar el mate ardiente mientras las mulas reposan sus huesos doloridos.  Llevan chaquetas modernas pero tan raídas que siguen pareciendo pellizas originales y ya no Helly Hansen o Levis “originales.”  Este “paisaje humano” es el que más me interesa.  El otro paisaje, ese “pantone” de tonos vivos minerales dominantes, impresiona, pero el paisaje humano conmueve especialmente en un país sin transición donde aún huele a clandestinidad, rebelión, ideario político de uso común y desapariciones.  Un país donde se acumulan ladrillos para las pequeñas obras de casa porque de un día para otro los materiales doblan de precio dependiendo de las economías de Brasil o de EEUU, donde el pluriempleo y la economía enterrada más que sumergida, es lo que mantiene el poder adquisitivo en la mayoría de las familias, donde la corrupción arruina el país sea el gobierno del color que sea, donde la esperanza es una ironía.
Nido de Cóndores (5.300 mts.).
En nuestra tienda Bedia, Cristina y yo.  Ya hemos cenado y dentro del saco, todavía de día, hablamos del grupo y las posibilidades de cumbre, de la estrategia de ascenso desde Nido, más segura para nosotros que desde Berlín, del horario de cumbre y por supuesto…del tiempo.  Llamo por radio a Plaza Mulas: “Papa-Lima para EB2DPV: nos podrían dar la predicción del tiempo para mañana?”  “Si, muy nuboso con precipitaciones generalizadas, cota de nieve a 3500 mts” “….Vale…muchas gracias.”  Dudas razonables….y finalmente la sensatez anidó en nuestros cerebros: “pero si siempre se confunden…”  Nada, a las 04ºº arriba, y a cumbre.  Hizo un día fabuloso, se retiraron 5 desde Berlín, 8 hicimos cumbre y otro más ya se había bajado a Mendoza desistiendo tras los primeros síntomas de mal de altura en Nido de Cóndores.  Éste era el mayor del grupo, con una forma física envidiable, nos dejaba atrás a todos en las etapas bajas, pero en altura falló rápidamente.  Éste es un caso muy común.  Guarda muy poca relación la preparación física y la resistencia orgánica, con la facilidad o no de aclimatación a la altitud.  Éste es un tema sobradamente tratado y conocido pero tan importante que hay que recordarlo siempre y por eso la montaña de altura no es sólo para deportistas de élite, sino que tiene un componente psicológico (motivación) y fisiológico (aclimatación)  importantísimo, más, incluso, que la preparación física.  Como dijo Andrés García: el Aconcagua es una montaña para “cabesotas.”
Hicimos cumbre los 8 que he dicho en mejores o peores condiciones unos y otros pero todos emocionados en la cumbre.  Lo peor, como casi siempre fue la bajada.  Esa Canaleta es una ratonera para organismos al límite de la resistencia. Un mal de altura prolongado a lo largo del día puede empeorar en poco tiempo.  Es aquí donde uno piensa mucho en la seguridad en el acompañamiento, en el “ratio” cliente: guía y en los horarios de regreso que en ocasiones pueden ser muy dilatados.
La eterna discusión: cuántos clientes por guía?
El “centinela de piedra” es una montaña que ronda los 7.000 mts.  Necesita de una buena aclimatación previa de, al menos una semana antes del intento de cima.  Incluso con una buena aclimatación el ascenso de su vía normal requiere de un esfuerzo continuado, el día de cima, de entre diez y dieciséis horas.  La ruta es técnicamente fácil pero la Canaleta entraña un cierto riesgo en caso de caída, tanto en nieve como en bloques de piedra.  Teniendo en cuenta las altitudes a las que nos movemos considero que habría que tratar el guiaje a cumbre en el Aconcagua  casi como si fuera una montaña de 8.000 mts. en lo que se refiere a número de clientes por guía.  En el seno de la U.I.A.G.M. (Unión Internacional de Asociaciones de Guías de Montaña) hay actualmente a debate un documento relativo al guiaje de altura denominado “Protocolo de guiaje en grandes altitudes.”  Dentro de las expediciones profesionales hay una categoría que se corresponde, bajo mi criterio, con la ascensión acompañada al Aconcagua, y se denomina “Guiaje U.I.A.G.M.”  Para hacer las cosas bien y minimizar riesgos creo que la tendencia, en el caso del Aconcagua, debería ser el respetar las condiciones de dicha categoría o tender a ella para no poner en peligro el grupo ni tener que activar un rescate.
Rescate: Plaza Mulas. Diciembre 1999
Imaginemos que un grupo de élite de un ejército de un país cualquiera adquiere el compromiso de ascender al Aconcagua por encima de cualquier obstáculo o llamada al sentido común.  “Total, como es una cuesta que sube cualquiera, nos pagan bien, y va a quedar muy bien en la prensa lo del techo de América.”  Encaja estupendamente dentro de una lógica de asalto puramente militar: un objetivo fácil con poco esfuerzo y buenos resultados propagandísticos. 
Imaginemos que a eso de las 9 de la noche, ya anocheciendo en el verano austral, comienza la radio a sacar chispas radioeléctricas: “Sí…sí hay dos heridos y un desaparecido. La patrulla de rescate lo busca por Independencia” (qué ironía).  La zona del antiguo refugio Independencia a 6.200 mts. es clave en el descenso.  Desde él hasta Piedras Blancas, un poco por encima de Berlín, es muy fácil perderse hacia otra vertiente del Aconcagua.  
Un guía se acerca a la tienda del Guardaparque donde hay otros guías argentinos y el centro de operaciones de la patrulla de rescate.  El guía se ofrece a prestar ayuda y le dicen que espere en su tienda con la radio abierta por si acaso.  
Son las 00.30 cuando avisan al guía que tiene que subir a Plaza Canadá con otros dos guías argentinos a relevar a la patrulla de rescate que baja desde Antártida, en la base del Gran Acarreo, con los dos heridos.  
Vertiginosa subida al paso de quien lleva ya dos meses bregando por las pedreras, y encuentro con la patrulla y los heridos.  El guía se ocupa de uno de ellos y le pregunta su nombre.  El milico da pena verlo: una rodilla hecha cisco y la cara con un buen golpe a la altura de los ojos.  “Anda!  eres español?”  “Si, me llamo Koldo.”  “Ah!  eres vasco?”  “Sí, de Pamplona.”  “Bueno, yo sé alguna palabra de vasco.”  “Ah! vale, muy bien.”  
Al principio de este relato (imaginario por supuesto) hablaba del caso omiso al sentido común, “el menos común de los sentidos”.  Si la norma de todo andinista es que más allá de las 2 de la tarde no se debe de estar por encima de la Canaleta, pues, será por algo.  Nuestro grupo de élite hizo cumbre a las 4 de la tarde, bajaron muy tocados por las horas de esfuerzo y el mal de altura, y uno de ellos cayó por el nevero de la Canaleta haciendo carambola unos metros más abajo con otros dos compañeros.
Si esto fuera “real” habría sido una burrada sostenida con dinero público. También, probablemente, el jefe del grupo de militares habría dicho al guía que “muchas gracias por la ayuda pero que … casi mejor que no se sepa nada de esto para no arruinar la rentabilidad propagandística de la ascensión”.
Al día siguiente quizás el guía debiera de subir a cumbre con su grupo tras el palizón de la noche anterior y pensaría que, tal vez, el resto del militares que esperaban en el refugio-hotel podrían haber ayudado también en el rescate.
Este es el Aconcagua de hoy: un Centinela de Piedra que se despista de vez en cuando de puro hastío y permite que acceda a su cumbre hasta el ejército de Pancho Villa, siempre que sea lo suficientemente inconsciente y persistente.  
En el otro extremo Guillermo con su conocimiento y respeto del medio, y su atlética ascensión.
Pero para el montañero medio como yo y la gente que lo intenta cada año sigue siendo una inmensa montaña de pináculos de color rojo intenso, que te engaña en sus dimensiones (poco pirenaicas) hasta el punto de sorprenderte a ti mismo cuando, tras tantas horas de ascensión, al fin consigues tocar la cruz de su cumbre y llorar otra vez de emoción.  Si es que somos unos románticos incorregibles….!!! 
El Aconcagua resulta tan atractivo por sus condiciones de accesibilidad a grandes alturas, que en caso de fracaso puede llegar a ser muy frustrante. Pero, no olvidemos que la diferencia entre una persona inteligente y un necio es que aquel se recupera pronto de un fracaso, pero un necio jamás se recupera de un éxito.
Ah! y recordad, como dijo un poeta ruso: La montaña más bella es aquella a la que todavía no has ido.
Koldo Aldaz
Guía de Alta Montaña
Naturtrek – Viajes Marfil.